Es cierto que todo tiene un tiempo y un para qué. Y cuando llegas a un sitio nunca piensas que acabarás derramando sobre él tantos recuerdos, ni sobre tí mismo tantas historias personales. Cuando llegas a un sitio siempre eres más joven y la cabeza, entonces vacía de canas y tal vez medio pintada, sólo tiene la conciencia hinchada del cariño de quienes te acogen allí. El corazón se va cargando de trocitos que encienden cada día tu rostro y se va llenando de pequeñas arrugas de felicidad con el paso de los años. Esas personas y toda su energía se van convirtiendo, sin darte cuenta, en una parte de tí.
Mi historia personal en “nuestro Sanber”, quizás por azar del destino, es una especie de camino circular de ida y vuelta. Hasta que un día me quedé. Escuchas un eco, te atrapa el corazón y con “el SanBer” he ido escribiendo incluso un pequeño guión de mi vida. Ahora atraviesa sobre mi memoria tantas horas juntos y vuelve atrás para comprender mejor todos estos años, desde que llegué por primer vez.
Ellos tres estaban ahí cuando yo vine, entre los viejos muros de aquella escuela, a finales de los años noventa. Los tres me hicieron sonreir mucho durante 14 años. Y si vuelvo al principio no me imaginaría lo que ahora me une a cada uno de ellos. Por eso, cuando lo pienso, separarnos se convierte en algo todavía más difícil. Pero, supongo que despedirse es también crecer un poquito y, aunque te duela por dentro, se convierte en algo necesario. Un viaje que ha merecido la pena y sobre todo que ha sido una gozada profesional y personalmente, gracias a vosotros.
Vuestro espíritu se queda y nos alumbrará a otros, sabiendo que una parte del fruto del trabajo que hagamos serán las chispas de luz que habéis dejado.
Nos echaremos de menos… pero nos quedamos,
con las alforjas llenas de tantas aventuras
y el corazón repleto
de risas, de miradas y de recuerdos.
A Carmen, a Maria José y a Pedro,
GRACIAS.
A Carmen, por esa tranquilidad eterna, tenaz y sabia, mi gratitud por estar a mi lado.
A María José, por ser compañera, amiga, además de Jefa y “hermana”.
A Pedro… ¡puuff!, mi compañero, mi amigo… mi hermano y tantas otras cosas. Gracias, brother.
A los tres, por enseñarme durante tantos años a querer este colegio,
HASTA SIEMPRE, OS QUEREMOS
FRan.
PD. Feliz Verano… que ya volveremos a encontrarnos.
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